[De atardeceres con amigos]
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Adolfo, Marga, Álvaro, Felipe, José, Águeda y Mónica Amigos inseparables desde la infancia. Habían estado juntos en el colegio, habían compartido todas las horas y los malos ratos del instituto Se habían visto crecer. Sabían los puntos débiles de cada uno. En definitiva, eran amigos.
Coincidieron todos en la misma ciudad una tarde de mayo. Por pura casualidad, Marga recibió una llamada de Felipe quien le comunicó que había llegado a la ciudad la noche anterior. Y los móviles de todos ellos comenzaron a dar señales avisando que un mensaje estaba esperando para ser leído.
Hacía mucho tiempo que no estaban todos juntos. Esa tarde quedaron donde siempre, en su sitio de risas compartidas. Era una cafetería muy bonita, donde te ponían todo tipo de café y pasteles con formas muy divertidas. Aparte del buen ambiente que se percibía en ese local, ellos adoraban ese sitio por los recuerdos que les venían a la mente cuando estas se remontaban a la adolescencia.
Era increíble la complicidad y los lazos de unión que existían entre todos ellos. Mientras se trasladaban al punto de encuentro, todos iban pensando en lo mismo.
Cómo hecho de menos aquellas tardes tontas en las que nos reíamos de cualquier cosa Y aquellos días que estando tristes sin ningún motivo, siempre nos demostrábamos que nos teníamos los unos a los otros. Los días de playa, las películas en los cines, los primeros besos Qué ganas de volver a verlos a todos, de volver a abrazarlos
Todas esas cosas que tanto anhelaban, no se encontraban tan lejos de ellos. Estaban en su día a día, estaban a cada paso que daban, en cada triunfo, en cada tropezón Aunque no se daban cuenta, seguían siendo los mismos niños de siempre que se morían de ganas por tomarse el refresco de la tarde con sus fieles compañeros. El cambiar físicamente no implicaba que sus almas también cambiaran.
Seis de la tarde. Adolfo y Marga estaban ya sentados y poco a poco fueron llegando el resto. La última en llegar fue Mónica (siempre fue impuntual). Cuando ya estuvieron todos, no pudieron evitar abrazarse a la vez, como cuando un grupo de chavales celebran un gran gol de su equipo.
Al principio, se sentían un poco raros. Todos habían cambiado, pero seguían siendo tan iguales Y había pasado tanto tiempo. En un par de horas escasas, se pusieron al día de todos los acontecimientos de sus vidas. Era increíble como en un par de años todo podía cambiar tanto. Un banquero, una peluquera, un bebé en camino, un albañil Había de todo. Casi todos consiguieron sus propósitos. El único que no lo consiguió fue Álvaro. Siempre quiso ser camionero y al final llegó a ser director de un banco. Y era muy feliz así.
Todos sonreían y se maravillaban con las historias que se estaban contando esa tarde. Entre ellos, nada había cambiado. Águeda siempre fue la niña triste del grupo. No tuvo una infancia fácil y bastantes problemas protagonizaron su niñez. Pero ahora, lucía orgullosa una gran sonrisa en su cara. Esa sonrisa brillaba tanto que parecía que se la habían dibujado con los rayos del sol y los destellos de las estrellas. Y tanta felicidad se debía a que esperaba un hijo para el mes de septiembre. ¡Quién lo diría!
Hubo un momento de silencio. Sus voces se apagaron pero sus sonrisas siguieron brillando. Águeda comenzó a hablar:
-A ver No podemos dejar pasar tanto tiempo para volver a vernos. Estamos comprobando que lo pasamos genial cuando estamos juntos. En nuestras vidas todo ha cambiado. Pero entre nosotros todo sigue igual que cuando teníamos dieciséis años. Comprendo que no podamos quedar todas las tardes por motivos de trabajo, de distancia o por mil causas más. Pero no debemos dejar que pasen otros tres años. Todos nos queremos, y lo estamos demostrando esta tarde. ¿Por qué dejar que la distancia y el tiempo enfríe nuestra relación?
Y así hicieron. Cuatro meses después volvieron a quedar para celebrar el nacimiento de la hija de Águeda. Y poco después, la boda de José. Y si no había nada que celebrar, quedaban de igual forma cada cuatro o cinco meses. Los que vivían en la misma ciudad procuraron quedar todas las semanas o siempre que podían.
No volvieron a distanciarse ni dejaron que pasara tanto tiempo para volver a darse un abrazo.
Y con ese gesto, el simple hecho de verse más, todos lograron ser un poco más felices y sonreír más. Volvieron a estar como cuando tenían dieciséis años.
16 comentarios
Supra Skytop -
kiki -
Dynaheir -
Marta -
besos
Comella -
http://guallavitoclub.blogia.com
Un beso y gracias igualmente ;) Feliz finde.
Dynaheir -
Corazón... -
Han vuelto a mi mente todos esos compañeros de la secundaria :) sabes? algunos todavía los veo otros no sé nada...
Siempre hay tiempo para conservar las amistades, para tomar un café, para hacernos participes de los momentos de cada uno, sólo hay que poner atención y esmero en que no se pierdan... Muy bonito niña como siempre!
Un beso y saludos!
;o)
Viento Nocturno -
Fran -
Un beso
Dynaheir -
LuNa -
Dynaheir -
LuNa >>> Jo, pero no te pongas triste :(
Sory >>> Gracias por el futuro enlace ;p (ahora te lo digo yo!)
LuNa -
Sory -
A ver si actualizo yo los mios y te añado !:)
Otro besote ! :*
Sory -
Mira, justo la semana que viene he quedado con gente que hace tiempo que no veo... Hace años que no nos juntamos todos ! :)
Ya te contaré que tal!
Besazo !!! :**
Comella -